Los lugares son su gente: Población del Colca
Bien es sabido que todo gran destino de viaje debe su atractivo, no sólo al paisaje, a lo que la misma naturaleza ha dispuesto veamos allí, sino también a su gente. El paso de hombres y mujeres por el
Bien es sabido que todo gran destino de viaje debe su atractivo, no sólo al paisaje, a lo que la misma naturaleza ha dispuesto veamos allí, sino también a su gente. El paso de hombres y mujeres por el mundo lo hacen lo que es. Y el Colca es, sin duda, muy especial. Desde hace miles de años, la región viene siendo el hogar de generaciones y generaciones de personas cuya huella es patente de más de una forma.
Siendo el Colca un valle interandino particularmente fértil, acogió primero a comunidades nómades, pero pronto, después, a tres grandes etnias bien constituidas: los Collaguas, los Cabanas y los Ccaccatapay. Los primeros ocupaban la zona oriental de la cuenca del río Colca, mientras que los Cabanas, la zona occidental; por su parte, los Ccaccatapay se asentaron en lo más hondo del cañón, en el actual distrito de Tapay. Todos fueron grandes trabajadores ganaderos y agrícolas.
Siglos después, lo incas llegan al lugar y desarrollan los poblados aún más, esta vez bajo una administración más grande. Los complejos agrícolas crecen, ahora con andenería sofisticada y con técnicas de ganadería perfeccionadas con los siglos.
Con la llegada de los españoles, la zona cobra vida a un nuevo nivel: la población se incrementa y el comercio se desarrolla de modo ágil, atrayendo el desarrollo rápidamente. Nuevas tradiciones cobran arraigo entre los lugareños. Es así que la comunidad mestiza adquiere una nueva identidad, cada vez más propia.
Las iglesias de la región destacan por su arquitectura. Aquí tuvo lugar, de hecho, parte importante de la obra del barroco mestizo andino, de una originalidad extraordinaria. Otras casonas y edificios de sillar y piedra lucen también impresionantes. Las calles empedradas constituyen en sí mismas ventanas al pasado, un pasado siempre pujante, de gente trabajadora.
Distintas piezas de arte religioso exponen, también, el esmero de artistas y artesanos de talento, oriundos de la región. Prontamente, su obra fue más allá de los motivos devotos y con ello, se extendió también su fama. Su sello característico luce también en los bordados coloridos y en variedad de prendas típicas. Asimismo, danzas como el Wititi, Camile y Turcu Tusuy completan un patrimonio rico como pocos.
El Colca sigue creciendo, crece con su gente. Fiel a su tradición, el pueblo industrioso, construye el futuro con la fuerza volcánica de siempre.