Roca viva: El bosque de rocas de Choqolaca
La geología de Caylloma depara a sus visitantes, además del asombro por sus cumbres y quebradas, por el enorme Cañón del Colca, así como su flora y su fauna especialmente adaptadas, una sorpresa muy p
La geología de Caylloma depara a sus visitantes, además del asombro por sus cumbres y quebradas, por el enorme Cañón del Colca, así como su flora y su fauna especialmente adaptadas, una sorpresa muy particular: un bosque de gigantescas figuras de roca que parecen vivas. Se trata del famoso bosque de rocas de Choqolaqa.
Ubicado en el centro poblado de Cota Cota, del distrito de Tisco, a una altitud de 4800 metros sobre el nivel del mar, el conjunto de gigantescas formaciones rocosas de sillar, petrificaciones de explosiones piroclásticas, labradas por la erosión, se asemeja efectivamente a un enorme bosque. Los cientos de figuras se alzan y mantienen quietas como por encanto, paralizadas en el tiempo, desafiando los vientos, extraviando entre ellos su voz, como reclamándoles su libertad.
Se trata de un mundo mágico: multitud de animales, entre ellos, cóndores y otras aves, varios elefantes, focas y camélidos, unos en marcha y otros acostados; pero, además, como si en efecto se tratase de la representación de un sueño, calles, avenidas y pasajes entre castillos y torres de vigía. Sí, de todo, aparte mujeres y hombres de claros perfiles, así como ángeles y demonios alados. Debido a ello, Choqolaqa es también conocido como Mauqaa Arequipa, es decir, Arequipa antigua.
Cuenta la tradición que Choqolaqa fue alguna vez una ciudadela concurrida, una próspera urbe con construcciones monumentales, plazas e iglesias, con todo tipo de comercio desarrollándose en sus calles. Hasta que sus pobladores abandonaron el culto que merecían los apus. Entonces fueron castigados todos, convertidos en piedra.
La belleza del lugar habla por sí misma con sobrada elocuencia. Cada vez son más los visitantes que quedan maravillados tras un paseo entre las formaciones rocosas, contemplando el fantástico producto de los caprichos de la naturaleza, que juega con nuestra imaginación.
Un lugar mágico, un destino necesario, inolvidable.